Por: - Julio 17th, 2017 - Sin Comentarios »

5 recuerdos de mi primer mes de madre que honestamente, no extraño para nada (de nada)

Las dos veces que me tocó vivir “el primer mes de mamá” con cada uno de mis hijos tienen muchos puntos en común; las noches en vela, el cansancio extremo, el estar constantemente preocupada de su alimentación, de sus cambios de pañal, del ombligo, de su respiración, chanchitos, cólicos y de que en resumen, logre la sobrevivencia y pasar el período crítico del recién nacido.

Por lo mismo, hoy, cuando a veces he tenido la locura de pensar en un tercer hijo, hago un viaje al pasado y vuelven a mi estos cinco recuerdos, divertidos eso sí, que paso a continuación a detallar:

1. No distinguir entre el día y la noche. Sentir que fuiste a la mejor o peor fiesta de tu vida pero la resaca es “en seco”, no hubo alcohol ni desenfreno. El amanecer y el atardecer pasan a ser uno solo y esa sensación de que no has dormido nada y estás con una sensación de “caña” pero sin haber tomado o fumado nada, es una sensación nueva que pasamos a experimentar en este primer mes de vida de nuestros críos. Aun así, no sé cómo es que se hace pero se logra pasar el día con 3 horas o menos de sueño y por más que tratas de dormir “cuando la guagua duerme”, eso es una utopía, un unicornio cualquiera.

2. Andar con las pechugas al aire todo el santo día. Así es, primero porque no tiene sentido guardarlas, para qué si entre que te la guardaste, sacaste chanchitos, mudaste e intentaste hacer dormir a tu guagua, volverá el ciclo a repetirse y ahí estarás nuevamente dando pechuga. Por otra parte, andar con las pechugas al aire el primer mes es imperativo. Están inflamadas, adoloridas, agrietadas y al aire cicatrizan más rápido.

Entonces ya ni te importa y el pudor se te va probablemente al mismo lugar donde se fueron tus horas de sueño, es decir, a un lugar de dónde no volverán jamás. Así es que cuando llega el día en que le abres al conserje la puerta en topless, aunque sabes que deberías sentir algo de vergüenza, ya no sabes cómo reconocer este sentimiento, ya que oh! Este se perdió en el parto.

3. No pensar en nada más que en leche, caca, pipi, ombligo, pediatra, sueño, o “algo le pasa”. Pareciera ser que nuestro cerebro hizo una limpieza de disco duro y redujo la capacidad a unos cuantos kilobytes porque primero, no nos acordamos de nada, en serio, a mi me pasaba que si no anotaba todo, me olvidaba hasta de ir al baño y segundo, porque nos ponemos monotemáticas y aunque tratemos de hablar de otros temas, es tan poco lo que aportamos a la conversación que es mejor olvidarse del asunto. Ya volveré a pensar me decía yo en esos momentos y me reía no más de todo este asunto.

4. Sentirte un poco invisible. Este sentimiento es nuevo, es raro, es algo que no comentamos, porque cómo vamos a andar exigiendo que nos pregunten cosas o que nos vayan a ver a nosotras solamente cuando resulta que hay una hermosura de bebé, llamado también nuestro hijo, que todos se mueren por conocer y por saber todo de él.

Entonces sí pues, una se siente algunas veces un poco invisible y eso es normal que pase, sobre todo en el primer mes donde hasta una se olvida de una misma. Lo importante es volver a acordarse de que una existe y que eventualmente, los otros también te vuelvan a ver a ti en este nuevo rol.

5. Dolores, incomodidades y sorpresas del cuerpo. Aunque los leí todos, aunque todas te digan en el baby shower que te va a pasar tal o cual cosa. Resulta que no pues, cada persona es distinta y todas funcionamos diferente. Pero entre alimentar, mudar, hacer dormir y preocuparte un poco por la casa, todas estas cosas que nos pasan, estas molestias que sentimos o los efectos del post parto, se viven en el más absoluto silencio y como no te da el tiempo de preocuparte de ellos. Pasan, pero de que los viviste, los viviste.