Por: - Julio 1st, 2018 - Sin Comentarios »

Dejar el chupete, una historia de tres capítulos con mi hija menor

Con Mayita, mi hija menor, el proceso de decirle adiós al teté fue muy distinto a cómo lo fue con su hermano. En su caso, partimos antes de que cumpliera los 3 años, diciéndole que ya iba a estar un año más grande y que el Viejito Pascuero podría llevarse su teté si lo dejaba bajo el árbol de Navidad y bueno, a cambio le llegaría un regalo. No funcionó.

Primer capítulo de la saga: un fracaso, entregó el teté y en la noche se puso a llorar y como la cuestión no es para sufrir acá, se lo volvimos a pasar y listo. Nos dimos cuenta de que no estaba lista para dejarlo.

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Segundo capítulo: pasado un mes de la Navidad, el tema del teté ya estaba siendo un gran problema: no estaba hablando bien y estaba comenzando a botar mucha saliva y los dientes cada día más chuecos, aún así, al tratar nuevamente de que dejara su teté, ella nos dijo que “toavia no” y transamos: el teté sería ahora solo para dormir y nada más. Aceptó ahí a medias pero con los días resultó este arreglo y no hubo drama, salvo algunos incidentes donde el teté era lo único que parecía calmarla junto con su tuto.

Y finalmente, tercer y último capítulo: adiós para siempre al chupete. Pasaron acá varias cosas: en su entorno, ya varios niños habían dejado el chupete y obviamente, todo el mundo me preguntaba que hasta cuándo con el teté, y aunque una diga que “no, que no pesca los juicios y los cuestionamientos de los otros”.

Lo cierto es que, en mayor o menor medida, igual nos llega. Así es qué haciendo mi mayor esfuerzo, traté de no tomar en cuenta esos comentarios y seguir con el plan: el teté se iría pero no sería en medio de llantos y sufrimiento, y lo conseguimos!

Solo hubo un llanto pequeño la primera noche, pero ahí fueron fundamentales estos 3 factores: la magia, la paciencia y la constancia. Para la magia, le contamos que un hada de los tetés había llegado a nuestra casa y le dejó un juguete, pero para poder volver a su reino, necesitaba volver con un chupete y por eso se había llevado el teté de ella.

Y bueno, paciencia y constancia fue más para nosotros los papás, ella ya estaba lista para dejar el chupete, pero para eso necesitaba su tiempo y que le respetaran su ritmo. Y eso hicimos.