Por: - Enero 23rd, 2014 - Sin Comentarios »

La aventura del Jardín Infantil (Para los papás)

En agosto del año pasado decidimos que Juli iría al Jardín Infantil, no fue como tomar una decisión de estado sentados en un concejo ni nada similar, se fue dando en una serie de conversaciones entre su padre y yo y obvio todos los opinantes de turno y así, con calma, decidimos que en el verano del 2014 buscaríamos un lugar apto para que reciba su primera educación.

Pensábamos que entraría en marzo del 2014, a pocos meses de cumplir los dos años, no obstante, la decisión se apuró porque en octubre nos comenzamos a dar cuenta de que definitivamente el pequeño no hablaba nada, de las pocas palabras que había logrado sacarle mientras estuve con licencia médica durante julio, era como si le hubieran formateado su disco duro y quedamos de nuevo en cero, nos empezamos a preocupar y lo evaluamos con una fonoaudióloga que nos confirmó que efectivamente había un retraso en el lenguaje, él con 1 año 4 meses tenía el lenguaje de una guagua de 6 meses, es decir, estaba recién en el balbuceo.

Obviamente el mundo se me vino abajo y creo que me cuestioné todo en ese momento, desde mi rol de madre hasta mi carrera profesional, comenzamos el tratamiento con fonoaudióloga mientras ella siempre nos decía, “no se preocupen, esto pasará cuando entre al Jardín y si no mejora entonces evaluamos más allá”.

Y ese “más allá” era el que no me dejó dormir durante todo noviembre, sólo pensar que le costaría aprender, que tendría un retraso, que no hablaría como los niños de su edad, etc. me tenía bien mal y mientras el tratamiento avanzaba, buscábamos Jardín con su papá.

Fuimos a cuatro lugares, todos cerca de la casa como para que ante cualquier emergencia que no podamos llegar por nuestras pegas, sí pueda ir la nana, así partimos en uno que fue como entrar a una escena de esas películas de cine arte donde los niños están grises y todo es decadente, el lugar era helado, las paredes sin pintura y había una niñita frente a un TV malo con pantalla azul tratando de hacerlo funcionar, los niños estaban como amarrados a sus sillas nidos y de proyecto educativo no supimos mucho porque salimos arrancando.

En el segundo y tercer lugar nos fue mejor pero uno no quedaba tan cerca de la casa y con el otro el presupuesto se nos iba al carajo, por lo que para poder seguir comiendo pan tuvimos que descartarlo, mientras recorríamos, los jardines Vitamina surgían como alternativa pero no encontré a ninguna mamá en mi círculo cercano que me diera una buena referencia, ni una!

Así fue como llegamos a ocupar el último cupo! a la que siempre fue mi primera opción, puesto que un vecino asiste ahí y su madre me había hablado maravillas de la educación. Además está cerca de la casa y con un proyecto educativo que nos gustó mucho, así como también la onda que tiene el Jardín, muy sencillo y con amplios espacios para que los niños trabajen y jueguen.

Juli ya lleva tres semanas y si bien no ha sido fácil para los tres, sus educadoras (porque no se les dice “tías”) son secas, con sus talleres de verano está feliz y creo que la demostración más empírica de que el Jardín está dando resultados es que del “pa” pronunciado en diciembre pasado (que era para todo), ahora nuestro hijo nos llama “papá”, “mamá” y además está lanzándose con otras palabras.

En resumen, la aventura ha sido compleja pero llena de pequeñas alegrías diarias que -lo mejor- son verbalizadas!!

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