La mala idea de otorgar estereotipos a los niños
De un tiempo a esta parte mis redes sociales se han inundado de posts y artículos que hablan acerca de cómo podemos criar a nuestros hijos para que no terminen convirtiéndose en adultos machistas, mujeres tontas y así otros epítetos cargados algunos al garabato escritos en tono “graciosillo” para ocultar quizás el poco tino con el que se escribe.
A todas estas publicaciones he podido encontrarles algo en común: lo estereotipadas que son. Lamentablemente, independiente si te hacen algún click o no, uno como padre cae en el mismo juego de andar dando a un niño atributos que son ya de adultos, decirle por ejemplo que es “niñita” a un hombrecito si llora mucho, o tratarlo de “pequeño machista” si ha hecho algo relacionado con este actuar y así, pareciera que siempre necesitáramos ponerle nombre y comparación a las acciones de nuestros niños para hacer un poco más llevadera la crianza o para justificarnos frente a cómo se portan.
Nadie ha dicho que criar es tarea simple, a mi hijo, junto con su padre, lo criamos lo mejor que podemos, pero al irnos a dormir los dos hacemos el análisis del día y la conclusión es la misma siempre, hay mucho lugar para mejorar o, en los días difíciles, sencillamente lo hicimos como las huifas. Lo bueno es que el día se va y llega otro donde hay que seguir criando, pero les aseguro que no pienso ni por un minuto en que si no lo hago bien a la primera, estaré entregándole al futuro, el peor ser humano del mundo. La crianza es un proceso y como tal toma su tiempo.
Como parte de criar está el enseñar y por eso estamos educándolo en los mismos valores y actitudes que aprendimos en casa, con nuestras familias y en nuestro entorno (dejando de lado lo religioso porque nunca hemos sido muy apegados al tema) y además le ponemos nuestra cuota de otras cosas que creemos necesarias que adopte como parte de la vida. Así, sin hablarlo demasiado con su padre, le hemos enseñado, por ejemplo, a ser respetuoso, a ser sociable, a amar a los animales y a ser lo más cariñoso y agradecido que pueda.
En resumen, criamos con una mezcla entre valores y destrezas para sus cortos dos años, con el tiempo eventualmente le iremos enseñando más cosas, pero por ahora, el refuerzo del día a día va en esa línea y repito, jamás pienso en que cuando le pido ayuda o cuando cocinamos lo estoy haciendo para no criar a un machista, porque si lo pensará así, bien mal estoy yo al no verlo como parte de una rutina o de una forma de hacer las cosas en casa.
Por lo mismo, creo finalmente que tratar de criar y educar a tu hijo no es andar salvándolo de nada, es sólo entregarle todas las herramientas para que en el futuro sea la mejor versión de si mismo y no una caricaturización de hombre, colmada de sesgos y estereotipos de una sociedad que para mi hace rato ya no existe.
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