Pequeñas grandes mentiras que se viven siendo apoderadas

El inicio del año escolar se acerca y sí, estoy sumida en gastos y más gastos relacionados con útiles escolares, textos, lecturas complementarias, uniformes, colaciones y seguramente más cosas que irán saliendo en el camino antes, durante y después del 02 de marzo, día en que las “bendiciones” retornan a sus actividades académicas y preescolares respectivamente.

No obstante, no dejo de pensar en una serie que vi por estos días; “Big Little Lies”, ¿la han visto? Si es que sí, me entenderán completamente a lo que me refiero con “nuestro ingreso a clases”, el de los padres. Si aún no han tenido la suerte de verla, por favor las invito a hacerlo, especialmente a las madres con hijos entrando al colegio.

La serie gira en torno a cinco madres con hijos entrando a primero básico, todas con personalidades y vidas muy diferentes que proyectan en las vidas y personalidades de sus hijos.

Aunque la trama principal gira en torno a un asesinato, es interesante el relato que hacen sobre las madres y sus roles de apoderadas en este colegio de sistema público estadounidense.

Desde madres preocupadas por la educación de sus hijos y los valores que les están enseñando, pasando por madres que sólo les interesa el bienestar emocional de sus pequeños, a luego el otro extremo, una exagerada actitud desafiante ante el sistema escolar, donde todo es malo y se sienten llamadas a cambiarlo, a mejorarlo según sus parámetros y rondan las instalaciones día a día, sintiendo que protegen tanto a sus hijos como a los otros alumnos de las malas decisiones tomadas por el colegio y especialmente, sus profesores.

Yo en mis años como apoderada, he visto a cada una de esas madres, incluyendo también a la que quiere brillar siempre, siendo la mejor y la más aplicada en actividades extra escolares, así como también en su vida y familia. Todos son lo máximo.

Sé cual es mi arquetipo de apoderada, ya lo tengo claro y asumido y aunque no se representa en la serie, porque la apoderada promedio no brilla ni de destaca en nada particularmente (amén a eso), no es muy interesante de representar. Pero cada año que va pasando he ido mejorando, al menos cumplo con cada una de las exigencias y obligaciones que se me exigen.

Y solo quiero quedarme ahí, porque las veces que he querido meterme en otro papel, inevitablemente o no sé cómo manejarme o simplemente me meto en problemas.

Es como una habilidad que hasta podría ir en mi curriculum. Tratemos este año de que no sea así y ojalá aprenda a mantenerme a una buena distancia de la apoderada que ronda el colegio todo el día, a la conflictiva, a la que trae el último rumor, la soberbia y la que vive a través de sus hijos. Ya lo logré el año pasado, ojalá no se me olvide este que se viene.