¿Qué es la autoestima positiva en los niños pequeños y cómo se forma? Consejos para potenciarla

Como padres queremos que nuestros hijos crezcan conociendo sus fortalezas y que se quieran a sí mismos como nosotros los queremos a ellos. Esa auto valoración será la que les permitirá salir airosos de las distintas situaciones que les irá poniendo la vida.

¿Cómo ayudarlos a forjar una autoestima positiva? ¿Qué debemos hacer para que nuestros hijos crean en ellos mismos, se quieran y sepan de lo que son capaces?

Nunca me olvidaré de una frase que mi supervisora clínica solía decirles a los padres que llegaban a su consulta y que hoy yo también repito “nuestros hijos son un espejo de lo que nosotros como padres logramos reflejarles de ellos mismos”. Solo a través de nosotros lograrán conocerse, solo a través de lo que logramos mostrarles podrán verse fortalecidos y creerán y confiarán en aquello que son buenos y en lo que los hace distintos del resto.

Soy una convencida de que si logramos reflejarles esas cosas que los hacen ser únicos, distintos y valorados, ellos lograrán apoderarse de ellas y hacerlas propias. Nuestros hijos se conocen a través de nosotros, y eso es algo que no podemos olvidar cuando les hablamos.

La autoestima está vinculada a un sentimiento profundo de sentirse querido, acompañado, valorado e importante para otros y para uno mismo. Es por esto que los padres tenemos la tarea de poder ir mostrándoles a nuestros hijos eso que los hace ser queridos. Uno tiende a pensar que por decirle cosas como “que bien” o “seco” o “eres bueno”, estamos “reforzándolos positivamente” y entonces alimentando su autoestima. La verdad es que nuestros niños necesitan mucho más que eso.

En primer lugar, está comprobado que el refuerzo positivo solo funciona si la proporción es de 4:1, es decir 4 cosas buenas por 1 negativa. La realidad es que la mayoría de las veces esta proporción está invertida, vivimos diciéndoles a nuestros hijos qué es lo que no deben hacer y qué es lo que hacen mal y tienen que mejorar.

A veces por ayudarlos a darse cuenta de aquello que no nos gusta o que creemos que deben cambiar los llenamos de críticas. Así ese espejo se va transformando en algo que solo refleja lo que no son capaces de hacer o cambiar y entonces esos pocos refuerzos positivos se esfuman en el aire y pasan absolutamente desapercibidos por ellos.

Nuestros niños van creciendo seguros y claros de lo que no son capaces de hacer, y carentes de aquello que los hace únicos y valorados. Entonces nuestro primer desafío como padres será reflexionar. ¿Cuánto de lo que le trasmito a mi hijo en el día es crítica o cosas a mejorar? ¿Cuánto de lo que le reflejo son aquellas cosas que lo hacen ser ese ser maravilloso al que a ratos admiramos? Debemos dar vuelta esa proporción y lograr ese 4:1, solo al darla vuelta tendremos niños abiertos a la escucha, con confianza en ellos mismos y dispuestos a mejorar esa pequeña cuota que están haciendo no tan bien.

Cuando hayamos logrado proporción correcta, nuestro segundo desafío será poner el ojo en qué tipo de refuerzos les estamos dando. ¿Cuáles son esas cosas valiosas que debemos reflejarles? ¿Qué es lo que hace que un refuerzo sea realmente eso? Por ejemplo, mi hijo sabe que una de sus fortalezas es la generosidad, mientras el otro sabe que es la empatía.

Creo que nuestra primera tarea será prestarles palabras con poder, con ese que logra definirte como persona, de hacerte único e irrepetible. No basta con que sepan que son buenos para los deportes, deben saber que los hace valiosos como personas, créanme que si hacemos el ejercicio con nosotros mismos lograremos encontrar palabras importantes, no solo habilidades sino valores. Esos valores por los cuales luchamos y por los que buscamos ser mejores personas, esos que deben ser parte de lo que forma también a nuestros hijos.

No nos olvidemos de mostrarles a ellos lo que los define, por ejemplo, que son generosos, humildes, empáticos, estudiosos, responsables, comprometidos, obedientes, amistosos, abiertos, cariñosos, asertivos, respetuosos, alegres, optimistas…. podría seguir eternamente. No nos conformemos con mirarlos y decirles lo bien que hacen las cosas, llenémoslos de palabras con sentido, poder y valor, démosle ese sentido único para ellos, que sepan eso que los fortalece y define. Cada uno de nuestros hijos tiene que saber cuál es su tesoro y lo que tiene para entregar al mundo.

Está comprobado que la calidad de vida está profundamente relacionada con la forma con que cada persona se percibe y se valora a sí misma. Las personas que se quieren a sí mismas toleran mejor el fracaso, tienen mayor resistencia a la adversidad y los efectos del no tener éxito en algunas cosas, son mucho menos duraderas. Está claro que si logramos formar niños con una autoestima positiva, los estaremos ayudando a pavimentar su camino en la vida.

Si no creemos en nosotros mismos todo se hace más difícil, si no sabemos eso en lo que somos buenos y que nos distingue, nos absorbe la competencia y exigencias de la vida. Por el contrario si nos queremos, sabremos y confiaremos en que siempre vendrá algo mejor, tendremos la confianza en que podemos dar más, estaremos seguros que sin importar lo que ocurra valemos como personas y que sin importar donde estemos siempre seremos un aporte. Nosotros tenemos la tarea de que nuestros hijos logren enfrentar el mundo con este sentimiento por dentro.

Ayudemos a nuestros niños en esta tarea de quererse, seamos un espejo positivo, donde ellos sean capaces de mirarse desde un lado optimista y caritativo. Demos vuelta las proporciones, disminuyamos las críticas y logremos definirlos con palabras poderosas, intensas y valiosas. El sentido del valor por uno mismo es una construcción que va formándose a lo largo de la vida, ¡comencemos hoy! Nuestros niños están en la etapa más susceptible para poder mejorar esa imagen de ellos mismos en la medida que los hagamos participes de la mayor cantidad de experiencias y vivencias positivas.

“Frecuentemente nos  convertimos en aquello que creemos ser. Si persevero afirmando ser incapaz de hacer determinada cosa, puede ser que eso, de hecho, acontezca. Si al contrario, me considero capaz de hacerlo, seguramente adquiriré esa capacidad, aunque al comienzo no la poseyera”. Mahatma Gandhi.

Por María José Lacámara, psicóloga clínica infanto juvenil con más de 10 años de experiencia atendiendo a niños, adolescentes y sus papás. María José es además mamá de tres niños maravillosos de 10, 8 y 4 años.

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