Por: - Diciembre 31st, 2019 - Sin Comentarios »

Un nuevo año, una nueva mirada a través de los hijos


El fin de un año para todos los adultos viene con balances, con reflexiones acerca de las resoluciones que no se cumplieron, las que sí se realizaron y las que están en proceso. También el cierre de un año significa muchas veces cansancio, mal humor y par muchos o todos, sentir la incertidumbre de cómo vendrá el 2020.

Pero si dejamos de lado la visión y análisis de lo que fue el 2019 o lo que será o podría ser el próximo año y nos centramos en nuestros hijos, nos daremos cuenta de que ellos simplemente no se complican en este tipo de cuestiones. Los niños no piensan en futuros inciertos, no se quedan en el pasado. Lo mágico de la infancia es vivir el presente, uno que siempre será mejor que el que se vivió ayer y donde el futuro es solo el mañana, no hay más.

Con esta certeza en mis manos, es que honraré este nuevo año, intentándolo vivir a la manera de mis hijos. Y extiendo la invitación a ver este 2020 en la forma en que sus hijos lo proyectan.

Pregúntenles qué significa el fin de un año y el comienzo de otro. Se darán cuenta con asombro (y un poco de vergüenza también) en que ellos me muestran día a día que el camino se hace en el ahora, no en lo que no fue, no en lo que pudo haber sido, no en lo que ya no será, que muchas veces nos estanca, nos entrampa buscando respuestas, soluciones a conflictos internos o externos, ya sea en ámbitos de relaciones interpersonales, del mundo laboral o bien de la propia vida.

Esto último se los cuento porque precisamente, cuando más me he quedado “pegada”, en estos temas es cuando finalmente me doy cuenta de que menos he avanzado.

Proyectar entonces un nuevo año, para mí, será verlo a través de mis hijos. Hace unos días les conté que celebraríamos, después de la Navidad el “Feliz Año Nuevo” y ellos, concentrados en sus juguetes, me miraron con extrañeza y con esa franqueza propia de su infancia maravillosa solo me dijeron; “Pero mamá, ¿Por qué feliz año nuevo?

¿Este año no es ya feliz? ¿Y ciertamente, acaso no lo fue?