El momento en que dices: ¡Ahora sí soy mamá, en serio!
Es increíble, pero hasta el momento en que ponen a tu guagua pilucha y recién nacida encima de ti a uno no le cae la teja de “soy mamá”. Porque igual uno es mamá desde el día uno de embarazo, por lo menos así fue para mí. Pero el momento preciso en que tu corazón y tu cuerpo completo vibran con esta nueva persona es cuando ya está fuera.
Me acuerdo cuando nació mi hijo Diego, fue un parto lindo pero con harto trabajo previo ya que fue inducción (10 horas) y por momentos la cosa no avanzaba. Pero mi matrona y yo dimos la pelea juntas y logramos ser el único parto normal de ese día en la clínica. Yei! Challenge unlocked.
Bueno, volviendo al momento en que ves por primera vez a tu hijo. En mi cabeza existían muchos lugares comunes y clichés de qué debía pasar cuando me pusieran a Diego encima, llorar por ejemplo. Y no lo hice. Me quedé en BLANCO, en shock, anonadada… no sé qué otras palabras usar. La cosa es que lo miraba y lo miraba, y lo tocaba sin poder hablar.
En ese minuto, el lunes 15 de diciembre del 2015 a las 22:33 me convertí en mamá al 100%. Llegó un hada madrina de la maternidad y me cubrió con un velo de amor, baba, y palabras que terminan en “ito”. Cosito, potito, mijito, mi amorcito, guatoncito.
Esto, más todo lo que pasa a nivel hormonal, corporal hacen que este nuevo estado de “¡Uh, ahora sí soy mamá, en serio!” – “Esa guata no era de pan, había una guagua adentro” se vaya haciendo realidad. Y ojo, aunque con todo el amor, es un reality check heavy. ¡Había un ser humano dentro mío!
Y lo que sigue a todo este nuevo estado entre mágico, crudamente real y al mismo tiempo increíblemente surreal es que el momento “ahora sí soy mamá”, no cesa en un buen tiempo. Te vas a la casa y ya instalados todos en la nueva realidad, vas cayendo en la cuenta de que EFECTIVAMENTE, esta guagua depende de mí para TODO. No nos vamos a despegar ni para ir al baño. Los días siguen pasando y cada uno de ellos trae un desafío o problema, depende de cuánto hayamos dormido la noche anterior para afrontarlo, entonces, lo que has preparado tanto en tu embarazo, lo que estudiaste y conversaste durante nueve meses o más, pareciera que hay días en que se te olvidó o simplemente, nada funciona.
Pero es en ese primer tiempo nebuloso, difícil y confuso de los primeros meses en donde ese “soy mamá, de verdad”, se va transformando, pasando de ser un estado nuevo y sorprendente a uno donde te das cuenta, en un momento generalmente a solas con tu hijo, en que al parecer, esto de ser mamá era algo que sí sabías cómo hacer y que efectivamente, lo estás haciendo muy bien.
Fran Ulloa es mamá de Diego, Licenciada en Historia, Máster en Historia y Gestión Cultural. Actualmente, trabaja como Senior Content Manager freelance y colabora como Columnista en Momimom. Puedes leer más sobre ella en su blog: Franuyeah y su cuenta de Instagram: Datosdemm