La importancia de nacer en un mes que no sea de verano

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De los pocos recuerdos que tengo de mi infancia, creo que muchos deben ser de mis cumpleaños y sus celebraciones, sí, soy una de esas tantas personas que fueron concebidas en los albores del otoño. Por lo mismo, el día de mi natalicio, 5 de febrero, generalmente caía en el contexto de las vacaciones familiares, donde mi papá tenía que llevar o a la playa o al lago la canción “Birthday” de The Beatles y tocarla bien (bien) temprano en la mañana, para que luego mi madre sacara de la nada su tradicional torta de merengue con frambuesa para partir la celebración.

No obstante, esas fiestas en general eran con los amigos de turno del verano, grandes y por sobre todo duraderas amistades quienes con mucha dedicación me regalaban galletas, palmeras y chocolates envueltos con los papeles de regalo sobrantes de la navidad y bueno, nada de eso importaba mucho porque lo pasaba igual bien y disfrutaba inmensamente de mi día.

Pero al ir creciendo, mis cumpleaños se transformaron en el fracaso social de la temporada, ninguno de mis amigos estaba y a veces ni yo estaba al andar de vacaciones ahora sola o con amigos o simplemente sin ganas de celebrar, además al pololear, mis cumpleaños se traspasaron a los cumpleaños del -ahora marido- y todos mis amigos sabían que en verdad estaban celebrando mi cumpleaños, por lo que el mío pasaba a segundo plano en su verdadero día.

Por lo mismo, siempre tuve muy claro que mi hijo por nada del mundo nacería en enero o febrero, no señor, suficiente yo con esta cruz, así es que calculadora en mano cuando nos pusimos en campaña, calculamos con exactitud de ingeniero para que el retoño naciera en época escolar y no tuviera que vivir (mi calvario, lo sé) lo que he experimentado yo con este problema de nacer cuando todos están de vacaciones y no llegan con ninguna torta a tu sala de clase, no hay canción de feliz cumpleaños masiva y cero posibilidad de organizar un evento que te de popularidad. Menos mal que ahora existe Facebook porque antes ni el teléfono tomaban para llamarme.

Así es que hijo mío, agradece que naciste en junio, un mes ya helado, de clases, donde felices todos irán a verte y celebrar contigo, donde probablemente te envíen hologramas de saludo en vez de Whatsapp o Facebook y donde serás por un día, la sensación en el colegio o en tu trabajo y sólo porque es tu cumpleaños y porque ¡obvio! eres el más bacán de todos, of course.

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