10 cosas que nuestras madres nunca nos dijeron sobre la maternidad
Les quiero presentar este post de una mamá norteamericana, Natasha Craig, quien publicó en su blog un emocionante texto para agradecer a su madre por todas las cosas que en silenció guardó mientras ella crecía, cosas que sin duda nuestras madres, mi madre, también guardaron para ellas y que son también hoy las cosas que nosotras como mamás comenzamos a vivir y muchas veces callamos frente a nuestros hijos. ¿Ya les ha pasado? Acá el post:
“Embarazada.
Ahí estaban, dos líneas azules que me me miraban desde el paquete de prueba de embarazo que acababa de comprar.
Una línea = no embarazada.
Dos líneas = embarazada.
Pues sí, yo estaba embarazada.
Mi corazón latió muy fuerte.
Mi cabeza daba vueltas.
El estómago se volteó.
Yo estaba nerviosa, excitada, asustada y emocionada. Todo al mismo tiempo.
Realmente pasó. Después de haber soñado con esto por varios años y después de haberme preparado tanto para este día, finalmente había llegado. Yo iba a ser mamá. Lo que no sabía en ese momento era que en nueve meses iba a comenzar la etapa más difícil, cambiante, miedosa y más fantástica de toda mi vida.
Nueve meses más tarde iba a saber el precio de lo que es ser mamá. Iba a saber exactamente lo que se necesitaba para ese papel. Iba a a tener una comprensión y gratitud por esa persona que yo misma le digo mamá. Iba a aprender todas esas cosas que una mamá vive, pero que los hijos casi nunca se enteran.
Aquí hay diez cosas que tu mamá nunca te contó.
1. La hiciste llorar… muchas veces. Ella lloró cuando se enteró que estaba embarazada. Ella lloró cuando tu naciste. Ella lloró la primera vez que te cargó. Ella lloró de felicidad. Ella lloró por miedo. Ella lloró por preocupación. Ella lloró porque te quería tanto. Ella sentía tu alegría y tu dolor y lo compartía contigo, no importa si lo sabías o no.
2. Ella quería el último pedazo de la galleta. Pero cuando ella te vio mirar con eso grandes ojos y saborear esa galleta, sabía que no se la podía comer. Porque ella sabía que iba a ser mucho más feliz si la galleta iba para tu pequeño estómago, en vez del de ella.
3. Le dolió. Cuando le tiraste el pelo, cuando la rasguñaste con tus uñitas afiladas que parecían imposibles de cortar. Le dolió mucho. Cuando te daba pecho y la mordiste, eso también le dolió. Le partiste las costillas cuando pateabas adentro desde el estómago. Agrandaste su estómago por nueve meses. Y le diste un dolor infernal cuando llegaste a este mundo.
4. Ella siempre estaba asustada. Desde el momento en que naciste ella hizo todo en su poder para protegerte. Ella se volvió como una mamá oso que protege a su osito. Ella era la mujer que quería decir no cuando la vecina preguntaba si te podía cargar. Porque en su mundo nadie te podía cargar tan seguro como ella. Su corazón se dio vuelta cuando diste tus primeros pasos. Ella se mantenía despierta en las noches para asegurarse que llegaras a casa y te despertaba temprano para que no llegaras tarde al colegio. Cada vez que te doblabas un dedo o te caías, ella estaba cerca. Cada vez que tenías una pesadilla o fiebre, estaba ahí para levantarte de la cama. Ella siempre estaba ahí para ver que estuvieras bien.
5. Ella sabe que no es perfecta. Ella es su peor crítica. Ella sabe todos sus defectos, y a veces se odia a sí misma por eso. Pero cuando se trata de ti es cuando es más dura consigo misma. Ella quería ser la mamá perfecta, y no cometer errores – pero como es humana obviamente cometió errores. Probablemente sigue tratando de perdonarse por ellos. Ella quisiera de todo corazón poder viajar en el tiempo y hacer las cosas diferentes, pero no se puede.
6. Ella te miraba cuando dormías. Hubo veces en que se quedó despierta hasta las tres de la mañana y rezó para que te durmieras. Prácticamente no podía mantenerse despierta cuando te cantaba y pedía que “por favor, por favor, duérmete”. Y cuando por fin te dormías, te acostaba y por un momento se desaparecía todo su cansancio. Esto pasaba cuando estaba sentada al lado tuyo de la cama y miraba tu carita de ángel expresar más amor de lo que creía que era posible.
7. Te cargó mucho más que nueve meses. Tú necesitabas ser cargada. Así que lo hizo. Ella aprendió como cargarte mientras limpiaba, mientras comía. Hasta te cargaba mientras dormía, porque así era la única manera que podía dormir. Sus brazos se cansaban y le dolía la espalda, pero ella te cargaba porque tu querías estar cerca de ella. Ella te acariciaba, te amaba, te besaba y jugaba contigo. Tú te sentías segura en sus brazos, feliz en sus brazos. Tú sabías que eras amada en sus brazos. Así que te cargaba mucho y todo el tiempo que necesitabas.
8. Su corazón se partía cada vez que llorabas. No había ningún sonido tan horrible como cuando llorabas, o ninguna vista tan horrible como cuando tus lágrimas pasaban por tus mejillas. Ella hizo todo en su poder para que no llorarás más. Y cuando no podía hacerte parar de llorar, su corazón se partía en mil pedazos.
9. Tú siempre estuviste primera. Ella podía estar sin comida, sin ducharse o sin dormir, pero siempre puso tus necesidades antes que las de ella. Pasaba todo el día asegurándose que tú tuvieras todo lo que necesitabas, y cuando el día se acababa no tenía energía para sí misma. Pero al día siguiente se despertaba y hacía todo otra vez, porque tú lo valías, porque tú lo vales.
10. Ella lo haría todo de nuevo. Ser madre es uno de los trabajos más duros que una puede tener y no es raro que te acerques a los límites de lo que eres capaz de hacer. Tú lloras, te duele, tratas, fallas, trabajas y aprendes. Pero, también sientes una enorme felicidad, tan grande que no creías que era posible, también sientes más amor de lo que tu corazón aguanta. A pesar de todo el dolor, tristeza, noches sin dormir y madrugadas que obligaste a tu mamá pasar, ella lo haría todo otra vez por ti, así de importante eres para ella. La próxima vez que la veas, dale las gracias. Hazle saber que la quieres. Nunca está demás un “te quiero mamá”.
Fuente: Newser.